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jueves, 19 de abril de 2012

Prensa 19 abril

Un juzgado cuestiona si la reforma laboral encaja en la Constitución


La reforma laboral sufrió ayer su primer revés en los tribunales, después de que un juzgado de lo social de Madrid haya puesto en cuestión que esté motivado abordar mediante un real decreto-ley la modificación completa de la regulación del despido.

El Juzgado de lo Social número 30 de Madrid ha planteado las primeras dudas en torno a la constitucionalidad de la reforma laboral en vigor desde el 12 de febrero. Este órgano judicial ha elevado una cuestión de inconstitucionalidad sobre la reforma laboral al Tribunal Constitucional al considerar que tres artículos de la norma podrían vulnerar algunos aspectos de la Carta Magna relativos al despido.

El magistrado José Ángel Folguera Crespo se pronuncia así sobre la demanda interpuesta por varios trabajadores de la empresa Enjarrolla SL que fueron despedidos por causas disciplinarias. El auto, fechado el 16 de abril, considera que hay indicios de inconstitucionalidad en la supresión en los despidos improcedentes del pago de los salarios de tramitación, aquellos que se cobran desde el momento del despido hasta la resolución judicial.

El auto cuestiona la supresión de estos pagos, ya que esta medida supone una "peculiar bonificación" para el empresario, que ya no tiene que indemnizar al trabajador despedido en el periodo que va desde la extinción de la relación laboral hasta la declaración de la improcedencia del despido. Añade que sustituir los salarios de tramitación por las prestaciones por desempleo, que permite al empresario eludir estos pagos, "opera como elemento manifiestamente desincentivador de la readmisión".

Asimismo, pone en duda la urgencia de la regulación que ha justificado su aprobación como decreto-ley: "Este tipo de regulación es impropia de una norma de urgencia y no justifica el desplazamiento de la soberanía legislativa por el Ejecutivo", afirma.

Motivos económicos

En los fundamentos de inconstitucionalidad, el juez alega también que "despidos netamente disciplinarios y no económicos pueden quedar sometidos a una motivación y unos fundamentos de urgencia y necesidad que se refieren exclusivamente a circunstancias económicas".

La cuestión de inconstitucionalidad se ha elevado con la oposición de la fiscalía, que considera que cuando se produjeron los despidos la reforma no estaba en vigor.

Según el auto del juzgado, la reforma laboral vulneraría el derecho a la tutela judicial efectiva de los trabajadores frente al despido supuestamente improcedente de tres trabajadores. Además, dañaría el derecho a la igualdad de trato entre trabajadores con derecho a prestación por desempleo y los que carecen de él en caso de los despidos improcedentes.

Las dudas sobre la constitucionalidad del decreto-ley ya han sido puesta de manifiesto por varios partidos políticos, como PSOE y CiU, así como por el Consejo de Garantías Estatutarias de Cataluña, que cuestiona la modificación unilateral por el empresario de salarios y jornada si caen las ventas.

Las fechas

12 de febrero fue el día de entrada en vigor de la reforma laboral. Se aprobó por decreto-ley pero se tramita como proyecto de ley.

16 de abril es la fecha del auto del juzgado.

de abril es la fecha del auto del juzgado.



La recaudación del IRPF aumenta un 7% por la subida del impuesto


La recaudación por IRPF creció en marzo un 7 %, con lo que comienza a dar sus efectos la subida de la retención que se aplicó por primera vez en las nóminas de febrero, según adelantó este martes el secretario de Estado de Hacienda, Miguel Ferre.

En su comparecencia en la Comisión de Presupuestos del Congreso, Ferre ha explicado que la subida del 7 % está básicamente vinculada a un mejor comportamiento de las retenciones sobre el trabajo y sobre administraciones públicas. De este modo se rompe la tendencia a la baja de este impuesto, ya que en la última ejecución presupuestaria publicada, que se refería a los datos acumulados hasta febrero, el IRPF alcanzaba unos ingresos de 14.811 millones, inferiores en un 2,7 % a los del mismo periodo de 2011.

Además, las retenciones sobre rentas del ahorro también han tenido un crecimiento en marzo del 17 %, en comparación con marzo de 2011.

Estos avances positivos se confirmarán seguramente en abril, según el secretario de Estado, ya que en marzo aún no se dispone de las cifras de retenciones practicadas por las pymes, que se conocen con carácter trimestral.

Impuesto temporal

El Gobierno aprobó el pasado 30 de diciembre «un recargo complementario y temporal» de dos años en rentas de trabajo y de capital en el IRPF, una subida del impuesto de bienes inmuebles (IBI) y la supresión de bonificaciones al gasóleo profesional, con lo que esperaba ingresar más de 6.000 millones.

Para Ferre, las cifras de los presupuestos generales del Estado para 2012 «no pueden ser más realistas», y se han diseñado de una manera «prudente y creíble» para dar respuesta a la «grave situación» actual. El modelo, ha añadido, se basa en el «convencimiento» de que la crisis en España es financiera y de credibilidad, y que por tanto «la consolidación fiscal es la respuesta». Por ello, «el Gobierno no contempla otra senda» que un déficit del 5,3 % en 2012 y del 3 % en 2013.

Asimismo, ha recordado que la apuesta del Gobierno por no tocar el IVA «es clara», ya que "no traería sino mayor deflación del consumo y perjuicio para la actividad económica".



Que tus emociones no afecten a la productividad de la empresa


La alegría, la pena, la ira o el desasosiego, son emociones que todos hemos sentido. Llevarlas al lugar de trabajo es casi inevitable, pero es necesario controlarlas para que no infieran en el buen funcionamiento de la compañía.

José Ramón Jiménez de Garnica y Blanca Jiménez Anabitarte, autores del libro El factor humano (editorial Almuzara), defienden que “muchos problemas de productividad en las empresas son la consecuencia de ambientes en los que no se dan las circunstancias para una buena gestión de las emociones”.

Convivimos todos los días con nuestros estados de ánimo y con las emociones de los demás. Hay ocasiones en las que nos los llevamos al trabajo y otras en las que el propio ambiente profesional provoca en nosotros reacciones que deberíamos aprender a controlar. Según los autores, “las emociones en muchos casos son buenas porque nos ayudan a lograr unos objetivos”. Por ejemplo, sentir algo de miedo puede hacer que trabajemos más rápido, pero si ese miedo va en aumento puede provocar que nos paralicemos y no podamos cumplir con nuestras obligaciones. “Por ello, es aconsejable aprender a manejar las emociones en la medida de lo posible y no permitir que ellas nos gobiernen a nosotros”. Es decir, aunque resulte imposible evitar llevar nuestras emociones al lugar de trabajo, es imprescindible aprender a controlarlas para que no afecte al resto del equipo. Más, si cabe, cuando se trata de trabajos relacionados con la atención a clientes. En ese caso es especialmente importante tratar de controlarlas.

Todos hemos vivido algún drama que no nos ha permitido prestar la atención adecuada a nuestro trabajo. Ahí es cuando debemos hablar con nuestro responsable para que no llegue a pensar que nuestro estado de ánimo se deba a algo relacionado con el trabajo.

El efecto contagio

Las emociones se contagian. Aunque unas más que otras. Según un estudio que realizó la School of Management de la Universidad de Yale, los estados de ánimo positivos son más contagiosos que los negativos. En El factor humano ponen un ejemplo bastante revelador: si sonreímos al dirigirnos a nuestros compañeros en un día en el que el trabajo está siendo especialmente duro y el ambiente está tenso, seguramente el clima se vaya distendiendo poco a poco.

No en vano, son bastantes las empresas que han incluido en sus evaluaciones de personal aspectos como la capacidad de generar buen ambiente, o la aptitud de gestionar de manera adecuada el estrés en situaciones de crisis. Hoy en día, “las empresas procuran no tener entre sus empleados a personas desilusionadas o que ven problemas constantemente”.


  
Bruselas propone subir el IVA y reducir las cotizaciones sociales para favorecer la creación de empleo


La Comisión Europea ha propuesto este miércoles a los Estados miembros que reduzcan las cotizaciones sociales que pagan los empresarios para favorecer la creación de empleo y que compensen la pérdida de ingresos subiendo otros impuestos como el IVA o tasas medioambientales o sobre la vivienda.

Esta es una de las medidas que plantea el Ejecutivo comunitario en su nueva estrategia para generar empleo en el actual contexto de recesión.

Entre 2008 y mediados de 2011 se han destruido 6 millones de puestos de trabajo en la UE y el paro alcanzó una tasa récord del 10,2% de la población activa en febrero. Para alcanzar su objetivo de una tasa de empleo del 75%, la UE debe crear 17,6 millones de nuevos puestos de trabajo de aquí a 2020.

Bruselas sugiere "reducir la carga fiscal sobre el trabajo (...) desplazándola hacia tasas medioambientales, sobre el consumo o sobre la propiedad". "En muchos Estados miembros, hay margen para reducir las contribuciones a la seguridad social de los empresarios, que representan la mayor parte de la carga fiscal", sostiene Bruselas.

El Ejecutivo comunitario reclama "concentrar la reducción en los grupos más vulnerables, especialmente en los que ganan salarios bajos" porque ello "tendrá un impacto positivo en su empleo a largo plazo" y constituye "una herramienta preferida para aumentar la demanda de trabajo".

La Comisión ya recomendó el año pasado a España rebajar las cotizaciones sociales y aumentar el IVA para crear empleo. Pero el anterior Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero tumbó esta propuesta alegando que pondría en riesgo el futuro de las pensiones y que no tuvo ningún efecto positivo cuando se intentó en los años 90. El actual Ejecutivo de Mariano Rajoy también rechaza aumentar el IVA.

Bruselas sugiere además "concentrar las bonificaciones para la contratación en los nuevos empleos", que de otra forma no se hubieran creado. En particular, apuesta por dedicarlas exclusivamente a "grupos vulnerables como los jóvenes o los parados de larga duración".

Los Estados miembros deberían tomar medidas para facilitar la creación de nuevas empresas y potenciar el trabajo autónomo, así como para aflorar los puestos de trabajo en la economía sumergida de manera que paguen impuestos. No obstante, la Comisión no explica cómo hacerlo.

Salario mínimo

El Ejecutivo comunitario pide además a aquellos países que no tienen salario mínimo, como Alemania, que lo introduzcan, porque considera que esta medida es necesaria para evitar la existencia de trabajadores en situación de pobreza y una espiral bajista de los salarios. No obstante, evita proponer una armonización del salario mínimo a escala europea.

La Comisión recomienda además a los Gobiernos que continúen las reformas para flexibilizar sus mercados laborales, con medidas como la reducción de jornada que ha aplicado Berlín durante la crisis para frenar la destrucción de puestos de trabajo.

Finalmente, Bruselas identifica los sectores con mayor potencial de creación de empleo en los próximos años y pide a los Estados miembros que formen a más profesionales cualificados en estos ámbitos. El primero es el de la sanidad y la dependencia, que debido al envejecimiento de la población de la UE generarán muchos puestos de trabajo en los últimos años.

Otros sectores emergentes son el de las tecnologías de la información y el de las energías renovables, según el Ejecutivo comunitario.



75% de IRPF para millonarios: ¿justicia social o castigo al rico?


Si los franceses le aúpan a la presidencia, como pronostican los sondeos, François Hollande pretende elevar hasta el 75% el tipo impositivo para las rentas superiores al millón de euros. Para algunos, se trata de una valiente reacción ante los desmanes de un mercado que adjudica a directivos y profesionales hipercualificados salarios cada vez más astronómicos e injustificados; para otros, constituye una iniciativa populista, un expolio que castra la legítima remuneración del talento, del mérito y del esfuerzo y que no tocaría a los verdaderos ricos, cuyas rentas pasan por vías no sometidas al IRPF. Para todos, debería ser una inquietante señal de alarma sobre el creciente peligro de choques entre clases en las sociedades occidentales.

La brecha entre la renta de las clases altas y la de las bajas se ha ensanchado paulatinamente en Occidente desde mediados de los ochenta. Datos publicados por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) indican que el fenómeno ha sido casi generalizado. Hasta 2008, una fase de expansión económica bastante sostenida permitió a una mayoría muy amplia de ciudadanos mejorar su situación —aunque algunos lo hicieran mucho más rápido que otros—, y la cuestión de la desigualdad de la renta pasó bastante inadvertida.

Incluso el hecho de que los tipos impositivos máximos cayeran de forma abrupta en todo Occidente a partir de la era Thatcher/Reagan no ha provocado resistencia muy notable por parte de las clases bajas en las últimas dos décadas.

Pero, ahora, la crisis agudiza el fenómeno de la desigualdad, con amplios sectores sociales que se deslizan hacia la pobreza mientras las redes de protección se hacen cada vez más pequeñas.

Stephen Jenkins, profesor de la London School of Economics, lleva años estudiando la desigualdad en la distribución de la renta. Según sus investigaciones, la crisis se divide en dos partes. “En la primera [grosso modo 2008-2009], los sistemas de protección social de los Estados funcionaron bastante bien, y no hubo un marcado incremento de la desigualdad. Pero el escenario ha cambiado en la segunda parte de la crisis, cuando han empezado a entrar en vigor los planes de ajuste. Es probable que a medio y largo plazo las consecuencias sean marcadas”, opina Jenkins, en conversación telefónica desde Londres.

En esas circunstancias, ciertos sueldos se antojan cada vez menos comprensibles. Pueden suscitar indignación. Hasta hostilidad.

Fenómenos como el movimiento de los indignados españoles, el Occupy Wall Street —con su retórica en contra del 1% más rico de la población—, o los disturbios en Reino Unido del pasado verano tuvieron sin duda entre sus fuentes de alimentación ese sentimiento.

La propuesta de Hollande es la cristalización política de ese malestar social. No es la única. El presidente estadounidense, Barack Obama, está impulsando un proyecto llamado Buffett Rule, debatido esta semana en el Senado.

El proyecto debe su nombre al célebre multimillonario Warren Buffett, quien recientemente declaró que el tipo impositivo que él paga es inferior al de su secretaria. No hace falta defraudar a Hacienda para que así sea: basta con aprovechar los agujeros del sistema. Con su propuesta, Obama pretende que los millonarios paguen al menos un 30% de impuestos sobre su renta. El propio Buffett está de acuerdo, pero el Partido Republicano ha bloqueado la legislación. Mitt Romney, probable rival republicano de Obama en las elecciones de noviembre, pagó en 2010 un 13,9% sobre ingresos de unos 21 millones de dólares.

Aunque parezca increíble, el tipo máximo de IRPF en Estados Unidos era del 75% en 1981. Hoy, esto es simplemente impensable. La propuesta de Obama, mucho más moderada que la de Hollande, es aun así demonizada por sectores de la derecha estadounidense como un síntoma de oscuros anhelos cuasicomunistas.

Aunque sean diferentes, las ideas de Obama y Hollande son la traducción política de la sensación de que las élites han tenido demasiada barra libre en los últimos años.Los economistas coinciden en que la maniobra de Hollande tiene un impacto recaudatorio, en el mejor de los casos, marginal.

“Desde el punto de vista recaudatorio, es una medida puramente simbólica”, considera Juan José Rubio, catedrático de Hacienda Pública y exdirector del Instituto de Estudios Fiscales. “Es una iniciativa que afecta a un colectivo de gente muy reducido y con una gran capacidad para deslocalizar rentas y patrimonios a otros países. Por tanto, la propuesta puede llevar hasta a una pérdida recaudatoria. Tipos impositivos cuasi confiscatorios generan reacciones estratégicas por parte de los afectados. Sobre todo en un territorio económicamente integrado como la Unión Europea. Alemania incrementó el tipo sobre renta del capital y se produjo una salida masiva”.

El propio Hollande dijo al respecto: “No es una cuestión recaudatoria; es una cuestión moralizadora”. En 2006, pronunció una frase que todavía le persigue: “No me gustan los ricos”. En esta campaña ha reconocido que se trató de una salida infeliz, y ha precisado que no le “gustan las remuneraciones insultantemente altas”. Ahí está el quid, moral, de la cuestión.

En 1979, el director ejecutivo medio ganaba 30 veces más que su empleado medio. Hoy, unas 110 veces más. Los datos se refieren a Estados Unidos, y la fuente es la Casa Blanca. El patrón es, en sus rasgos generales, extrapolable a los otros países occidentales. Aquellos que apoyan la medida de Hollande lo hacen porque, fundamentalmente, consideran injustificados ciertos niveles de renta; que los ejecutivos no pueden haber cuadruplicado su inteligencia y eficacia en 30 años.

Por el otro bando, se yerguen los argumentos en defensa de la libre remuneración del mérito, del esfuerzo, del talento. Se sostiene que los verdaderos ricos tienen rentas que no tributan IRPF, ya que proceden de capital o sociedades. Y si el César se lleva un 75% en impuestos, es imposible atraer a los mejores cerebros en una economía global hipercompetitiva.

Hollande replica que también atacará en los otros frentes y que, se mire por donde se mire, y aunque sean pocos, aquellos que tienen un salario de más de un millón al año son ricos. No se está hablando de un normal directivo de empresa.

Un 61% de los franceses, según los sondeos, apoya la medida de Hollande. Sin duda, un buen chute electoral para un candidato que sufre una clara erosión, en su flanco izquierdo, por el avance de Jean-Luc Mélenchon.

Muchos progresistas aplauden. Liberales y conservadores acusan a Hollande de soplar sobre un fuego populista peligroso por un puñado de votos.

Michael Förster, analista jefe del departamento de Distribución de la Renta y Pobreza de la OCDE, añade un elemento interesante de reflexión, en conversación telefónica desde París. “Las maniobras por el lado de los tipos de impuestos tienen sin duda un efecto sobre la igualdad. Sin embargo, un factor más relevante todavía en ese sentido es el formato de las prestaciones sociales. Estas han sido menos eficaces desde mediados de los años noventa, y el crecimiento de la desigualdad ha dependido en este periodo en mayor medida de esa menor eficacia de las prestaciones sociales y no tanto de la vertiente de la recaudación”, comenta Förster.

De hecho, pese a la caída de los tipos máximos de IRPF —desde un 49,3% de media en 1994 hasta un 41,5% en 2010 en la OCDE—, la recaudación total se ha incrementado de forma generalizada en los países occidentales hasta el estallido de la crisis. El problema no es que hubo menos dinero para redistribuir. Es que o no se utilizó de forma del todo eficaz o, por lo menos, que los ingresos de los ricos crecieron de forma mucho más rápida.

Jenkins, de la London School of Economics, cree que el factor clave para la divergencia es el mercado del trabajo. Otras causas mencionadas a menudo son la globalización y el desarrollo tecnológico, dos elementos que desfavorecen a los trabajadores menos formados y brindan grandes oportunidades a los más cualificados.

Esta situación, naturalmente, es un caldo de cultivo para reivindicaciones políticas; y, en lamentables casos extremos, protestas violentas. Jonathan Haidt, profesor de Psicología Social de la Universidad de Virginia, señala que, según sus estudios, el elemento desencadenante de la rabia social no es tanto la desigualdad en sí como la falta de proporcionalidad.

“Creo que, psicológicamente, el aspecto clave no es la igualdad de los resultados: es la proporcionalidad”, dice Haidt, en conversación desde Nueva York. “En Estados Unidos, por ejemplo, hay una generalizada aceptación de la riqueza como consecuencia del mérito. Nadie tiene ningún problema con que Bill Gates o Steve Jobs acumularan esas enormes fortunas. El problema surge cuando cunde la percepción de que la riqueza no es proporcional al mérito, sino consecuencia de rentas de posición, ventajas fiscales, ayudas legislativas, etcétera. La equidad está en la proporcionalidad, no en la igualdad. Sin proporcionalidad, surge la rabia”, comenta.

La rabia es un caso extremo. En la cotidianeidad, el riesgo es una creciente compartimentación clasista de la sociedad. “Esta tendencia económica de acentuación de la desigualdad se refleja cada vez más en el mundo a nuestro alrededor”, considera Jenkins. “Basta fijarse en cómo vive la gente. Literalmente, dónde vive, compra, se divierte. Creo que avanzamos hacia una división social en un sentido mucho más amplio de los que hemos conocido en las últimas décadas. Hay un grupo de gente rica que ve cada vez menos necesidad de interactuar con el resto de la sociedad. Pienso que esto es socialmente muy corrosivo y divisivo. Y, aunque es difícil probar la causalidad, pienso que la desigualdad fue probablemente uno de los elementos desencadenantes de los disturbios en Reino Unido el año pasado”, concluye.

Y Cameron lo baja del 50% al 45%

Mientras en Francia el probable próximo presidente, François Hollande, promete subir al 75% el tipo del IRPF para las rentas superiores al millón de euros, al otro lado del canal de la Mancha, el Gobierno de David Cameron acaba de hacer lo opuesto: rebajarlo del 50% al 45%.

Con un estómago político de hierro, en plena crisis y oleada de recortes sociales, Cameron ha revertido la decisión que el anterior Gobierno laborista adoptó en víspera de las elecciones de 2010. La rebaja ha sido incluida en los presupuestos presentados el pasado mes de marzo.

Reino Unido se afirma así como modelo en contratendencia. Los ambientes liberal-conservadores británicos esperan que la medida permita atraer o retener el talento.

En un artículo publicado en febrero de 2011, la revista británica The Economist destacaba que unos 400.000 franceses vivían en los alrededores de Londres, según proyecciones del consulado francés en la capital británica. A diferencia de los británicos residentes en Francia (o España), no se trata de pensionistas, sino en su mayoría de jóvenes en búsqueda de oportunidades o profesionales muy cualificados.

Una diferencia de 30 puntos en el IRPF (75% a 45%) a dos horas y cuarto de viaje en el tren Eurostar contribuiría sin duda a aumentar la colonia que The Economist rebautizó como Paris-on-Thames.



La bolsa española registra la mayor caída anual y marca nuevo mínimo


La bolsa española ha registrado hoy la mayor caída del año (3,99 por ciento) y ha descendido hasta el mínimo del ejercicio (7.079 puntos) afectada por la recogida de beneficios, el retroceso del sector energético y la bajada de la banca.

Con la prima de riesgo en 407 puntos básicos, el principal indicador de la bolsa española, el IBEX 35, ha cedido 294,10 puntos, el 3,99 por ciento, hasta 7.079,20 puntos. Las pérdidas anuales crecen hasta el 17,36 por ciento.



Wall Street cerró con un descenso del 0,63 % en el Dow Jones de Industriales


Wall Street acentuó hoy su descenso al final de la sesión y el Dow Jones de Industriales, su principal indicador, cerró con una bajada del 0,63 %, arrastrado por la mala recepción que tuvieron los resultados de las tecnológicas Intel e IBM.

Según datos provisionales al cierre de la sesión, ese índice, que agrupa a treinta de las mayores empresas cotizadas de EEUU, restó 82,79 puntos para colocarse en 13.032,75, el selectivo S&P 500 perdió el 0,41 % y el índice del Nasdaq cedió el 0,37 %.



El Nikkei baja 78,88 puntos, un 0,82 por ciento, hasta los 9.588,38 puntos


El índice Nikkei de la Bolsa de Tokio cerró hoy con una descenso de 78,88 puntos, el 0,82 por ciento, y quedó en 9.588,38 unidades.

El índice Topix, que agrupa a todos los valores de la primera sección, perdió 5,14 puntos, un 0,63 por ciento, hasta 814,13 enteros.

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