Sin
presupuesto para actualizar pensiones
El Gobierno no desvela si
impedirá que los pensionistas pierdan poder adquisitivo. Ni el presidente
Mariano Rajoy ni sus ministros asumen el compromiso de revalorizar las
pensiones según la inflación de noviembre, como marca la ley. Lo eluden incluso
cuando la pregunta es directa. “Las normas siguen vigentes y estamos en el
momento de la presentación de los presupuestos”, respondió el jueves el
ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro. Pero las cuentas públicas de 2013 dan
alguna pista. El presupuesto de la Seguridad Social no contempla suficientes
recursos para hacerse cargo el año que viene del gasto adicional que supondría
tomar esa decisión, unos 2.500 millones.
Con la prima de riesgo otra vez
al alza y el déficit disparado por las ayudas a la banca, la decisión toma
especial importancia. Revalorizar las pensiones contributivas obligaría a más
ajustes, algo que Montoro descartó el sábado, o consentir que los números rojos
suban en otras dos décimas más este año (la última previsión es del 7,4% del
PIB) y otras tantas el año que viene (4,5%). Ambas opciones pasarían por
habilitar una partida presupuestaria extraordinaria o por recurrir otra vez al
Fondo de Reseva. Claro que hacerlo, mientras Rajoy deshoja la margarita del
rescate, contaría con el rechazo frontal de los mercados y de Bruselas.
Pero del otro lado hay 8,9
millones de pensionistas. A ellos se dirigía ayer el secretario general del
PSOE. “Uno piensa que no lo dice [en referencia a Rajoy] porque no van a mantener
el poder adquisitivo de las pensiones”, atacó Alfredo Pérez Rubalcaba. “Lo
dirán el 27 o el 28, como ya hicieron al anunciar los recortes después de las
elecciones andaluzas y asturianas”, continuó el líder socialista a pocos días
de que comience la campaña electoral en Galicia, donde hay una población
envejecida con especial sensibilidad sobre todo lo que atañe a las pensiones, y
en el País Vasco.
También CC OO ve motivos
electorales en la falta de definición de Rajoy: “El Gobierno elude asumir
compromiso público alguno sobre esta cuestión, aparentemente para ganar tiempo
por razones de estricta aritmética electoral”.
El Ejecutivo, por su parte, elude
desvelar su decisión. Ayer quien lo hizo fue Antonio Beteta. El secretario de
Estado de Administraciones Públicas habló de “subida de pensiones”, en
referencia al incremento general del 1%, sin aclarar si eso supone mantener el
poder adquisitivo.
Para 2013, el presupuesto recoge
un gasto en pensiones contributivas de 106.350 millones, un 4,3% más que este
año. El aumento se debe a tres variables: la subida de pensiones del 1%
decidida por el Gobierno, el incremento de la pensión media (ahora en torno al
3%) y el crecimiento de pensionistas en una población envejecida (sobre el
1,3%). Solo el resultado de esta operación da un alza de gasto superior al
presupuestado.
Pero a esta ecuación le falta una
variable significativa: la actualización de las pensiones de acuerdo a la
inflación de noviembre. Este componente puede añadir un repunte del gasto de al
menos otros 2,5 puntos porcentuales. En resumen, si hay revisión, el incremento
de la partida estará entre el 6,5% y el 7%.
En noviembre, el Gobierno tiene
que revisar si la subida de pensiones de este año (1%) es suficiente para
garantizar el poder adquisitivo de los jubilados, como dicta la Ley General de la Seguridad Social. Si
se tomara como referencia el IPC de septiembre (3,5%), en enero los
pensionistas españoles recibirían una paga extra de unos 290 euros por la
revisión de lo sucedido en 2012. En conjunto, más de 2.500 millones. Y a partir
de entonces su pensión mensual aumentaría una media de 20,8 euros. Otros 2.500
millones más que no tienen cabida en los presupuestos de 2013.
Tanto UGT como CC OO tienen en
cuenta estos números y no han dejado pasar la oportunidad de llamar la atención
sobre ellos. Ambos sindicatos han señalado que los presupuestos de 2013 son
insuficientes para hacer frente a la revalorización de las pensiones. También
lo ha hecho el coordinador general de Izquierda Unida, Cayo Lara.
Ni las cuentas públicas de 2013,
ni las de otros años recogen una partida específica para la actualización de
las pensiones. Hacerlo explícitamente supone asumir que las previsiones de
inflación sobre las que se basó el presupuesto del ejercicio anterior eran
fallidas. Sin embargo, nunca años anteriores, la diferencia entre lo gastado
finalmente y lo prespuestado ha excedido los 1.000 millones, ni siquiera cuando
hubo que hacer grandes desembolsos para compensar las desviaciones del IPC.
Que las cuentas del próximo año
no contemplen recursos suficientes para hacer frente a este gasto extra, no
quiere decir que no se vaya a pagar, ni tan siquiera que haya una decisión
tomada. La Seguridad
Social puede optar en noviembre por revalorizar las pensiones.
Existen recursos para hacer frente a la paga compensatoria en el Fondo de
Reserva, al fin y al cabo este desembolso llegaría en enero de 2013. Hay otra
vía: realizar una ampliación del crédito presupuestatio y hacer frente al
incremento con recursos procedentes de Hacienda.
No obstante, ambas opciones se
traducen en un aumento del déficit público si no hay recortes adicionales por
5.000 millones este año y el que viene, algo que descartó explícitamente el
pasado sábado el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, en la presentación de
los presupuestos. “No habrá más ajustes”, zanjó.
¿Son sostenibles las
pensiones?
Sin empleo, no hay Estado de
Bienestar que valga. Mantener cualquier servicio público, dinerario o no, exige
disponer de forma regular de recursos fiscales que los financien; pero para
asegurar el pago de las pensiones públicas, que no conoce otra fórmula que el
desembolso cada mes de dinero contante y sonante, es preciso mantener un flujo
ordinario perfectamente engrasado de ingresos, puesto que en un sistema de
pensiones de reparto las generaciones de activos costean a las que ya han
pasado a la vida pasiva. Y dado que la afiliación a la Seguridad Social
en España es obligatoria para todas las personas que perciban rentas, sean por
cuenta propia o ajena, el nivel de empleo es el pilar capital que sujeta la
protección a la vejez. Y
ahora, tras cinco años de crisis, ese pilar ha sufrido tales embestidas, que
las finanzas de la
Seguridad Social amenazan con tambalearse.
Cada mes la Tesorería general de la Seguridad Social
hace pública la ratio de dependencia del sistema de pensiones. Una simple cifra
con un par de decimales que mide de forma gráfica y aparente la salud de la Seguridad Social. En
agosto esa ratio decía que el sistema contabilizaba muy poco más de dos
cotizantes por cada pensionista (2,05), una de las relaciones más modesta, más
baja, más peligrosa, de las que recuerda el sistema de retiro. 16,68 millones
de cotizantes ocupados para costear las prestaciones de 8,12 millones de
pensionistas. Es la ratio de sostenibilidad más preocupante de los doce años
contabilizados de este siglo, si bien ya en los noventa se situó por debajo del
umbral del dos como consecuencia de la evolución negativa de dos variables
tales como la evolución del empleo y de echar sobre las espaldas de la Seguridad Social
la resolución de la crisis con prejubilaciones masivas en las compañías.
Ahora una ratio tan modesta es
más preocupante que entonces porque ha cambiado radicalmente la proporción de
las cuantías tanto de las cotizaciones como de las prestaciones, sobre todo las
de jubilación. Las sucesivas reformas del sistema en las últimas décadas
endurecían la cotización hasta el punto de reforzar las finanzas de la Seguridad Social
en el medio plazo; pero el efecto de segunda ronda de tales reformas, recogido
ahora, es que elevaban notablemente las cuantías de las prestaciones.
Dicho de otra forma: mientras que
las aportaciones de los trabajadores activos crecen al ritmo de la inflación, e
incluso menor por la incorporación en los últimos años de salarios low cost,
las de las pensiones de los pasivos nuevos avanzan a ritmos muy superiores por
la llegada al retiro de carreras de cotización más largas y más consistentes.
Unos simples números son
suficientes para ilustrar este fenómeno, al margen del natural avance del
número de pensionistas y la natural caída del número de cotizantes ocasionado
por la larga crisis económica, que analizaremos más adelante. Desde el año 2007
la cuantía media de las pensiones de la Seguridad Social
ha avanzado un 19%, mientras que las bases de cotización lo han hecho a ritmo
mucho más modesto. En concreto, las bases máximas han avanzado un 8,8% en el
mismo periodo, tal como las han movilizado los gobiernos, aunque sigue siendo
un enigma conocer cuánto crece realmente la base media de cotización, que es la
que realmente moviliza los ingresos. En condiciones normales lo hace en
proporción igual al avance de los salarios medios, que han crecido en convenio,
pero se han reduicido con la incorporación al mercado de trabajo de
contingentes de trabajadores con salarios más modestos en los últimos años,
sobre todo desde que la crisis comienza a presionar a la baja el coste laboral.
En definitiva, hay un doble
efecto sustitución en los cotizantes y en los pensionistas que estrecha cada
vez más el margen de los gestores de las pensiones: los cotizantes nuevos lo
hacen por aportaciones decrecientes, y los pensionistas nuevos toman
prestaciones muy superiores a las de quienes fallecen; en concreto, las
pensiones medias de los que fallecieron en julio pasado eran de 806 euros, y
las de quienes cobraron su priomera pensión, de 1.026 euros al mes. Tanto como
decir que el coste unitario de sustitución se eleva con cada defunción y cada
jubilación en un 27,2%.
Este efecto no revela otra cosa
que la maduración paulatina del sistema de protección a la vejez en España, que
debe ser combatido con reformas continuas. Algunas de ellas ya planteadas, como
el retraso de la jubilación, el endurecimiento de las aportaciones y un mayor
nivel de exigencia para calcular con rigor la primera prestación de cada
pensionista.
Pero la principal dificultad para
solventar la crisis financiera de la Seguridad Social ,
ya apuntada por las cifras, es la parálisis del empleo, el descenso continuado
del número de cotizantes, que son quienes proporcionan el combustible para
sostener el estado de bienestar de forma fiable. Como en otros indicadores de
riqueza, el volumen del colectivo de cotizantes ocupados de la Seguridad Social
ha descendido a los vineles del año 2003, casi diez años, mientras que el
numero de pensionistas no deja de crecer, aunque lo haga a tasas modestas,
ligeramente por encima del 1% en los últiumnos años. Hoy cotizan a la Seguridad Social
por sus medios (no porque lo haga el Estado por ellos, como en el caso de los
desempleados) 16,89 millones de personas, frente a los 19,28 millones que lo
hacían en los meses previos a la crisis, en lo que supone un máximo histórico,
y tras cinco años continuos de pérdida de pulso.
Los pensionistas no han dejado de
avanzar en número, y ya hay 8,12 millones, cuando en 2003, al que han vuelto
los ocupados, eran un millón menos. Un avance de un 17% con paso lento, pero
firme. Firme, pero no tan elevado como en los noventa, cuando la crisis empujó
a miles de empresas a acelerar la jubilación de sus plantillas para
recomponerse, y que convirtió a la Seguridad Social , tal como reconocían entonces
sus gestores, en el instrumento más dinámico en la resolución de la crisis del
empleo.
Con este súbito empeoramiento del
escenario financiero, que arrojó déficit en 2011 y lo repetirá incrementado en
2012, el Gobierno ha acelerado varios cambios normativos para aliviar la
situación actual y hacer frente a las contingencias de los próximos trimestres.
Pero si quiere evitar realmente el desequilibrio continuado del sistema y la
pérdida de confianza de los asegurados, debe acelerar las reformas
comprometidas en 2011, y quizás debe poner en marcha otras adicionales, porque
el escenario demográfico futuro no es el más amable, según todos los analistas.
Ya ha anunciado el Gobierno la
elaboración y activación del Factor de Sostenibilidad del sistema, dentro de la
comisión parlamentaria del Pacto de Toledo, lo que supone que se tomarán
medidas de medio plazo si la evolución de las variables demográfica, de
crecimiento, de los precios o del empleo así lo aconsejan.
Además, el Gobierno de Zapatero
aprobó una reforma del sistema de pensiones que eleva la edad de jubilación a
los 67 años desde los 65 legales actuales. (La edad real es inferior inclusdo a
los 63 años, puesto que cuatro de cada diez jubilados acceden a tal condición
antes de los 65 años). Pero la aceptación de un largísimo periodo transitorio
que se inicia en 2013 culmina con la jubilacióna los 67 años en 2027, nada
menos que dentro de quince años, un umbral en el que como decía Keynes,
"todos muertos", y quizás también la Seguridad Social
si no se hace algo más para remediarlo. Los expertos reclaman ya hace meses que
tal periodo transitorio sea acelerado y acortado, así como los establecidos
para llevar desde los 15 años actuales a los 25 los contabilizados a cada
cotizante para calcular la cuantía de su prestación inicial. El Gobierno de
Rajoy ha anunciado ya también cambios para atajar el abuso en la jubilación
anticipada y parcial.
Además de estos cambios, podrían
endurecerse la relación de las cotizaciones con las prestaciones, cambiando la
tabla de aseguramiento, haciendola más contributiva. De esa forma, la relación
entre aportaciones y prestaciones sería más proporcional y se incentivaría la aportación. Esta
medida debereía ir acompañada de mecanismos de revisión de las pensiones
mínimas garantizadas, que en los últimos años han crecido muy por encima de las
medidas y las máximas, desincentivando las aportaciones de las rentas más bajas
y encareciendo las aportaciones del Estado por los complementos a mínimos (la
garantía mínima siempre que se hayan cotizado quince años).
La bolsa
española sube el 3,88 % en septiembre por medidas bancos centrales
El compromiso del Banco Central
Europeo (BCE) de comprar sin límite deuda de los países europeos y las
inyecciones de dinero de otros bancos centrales animaron a la bolsa en
septiembre, que termina con una subida del 3,88 por ciento, el segundo mejor
resultado entre las principales plazas mundiales.
La revalorización del mercado
nacional sólo fue superada por Hong Kong, que ganó el 6,97 por ciento, en
previsión de que las autoridades chinas adopten más medidas de estímulo
económico.
Fráncfort ganó el 3,52 por
ciento; Wall Street avanzaba alrededor del 2,75 por ciento y el tecnológico
Nasdaq cerca del 2 por ciento, mientras que el índice Euro Stoxx 50 subió el
0,56 por ciento, y Londres, el 0,54 por ciento. Bajaron Milán, el 0,03 por
ciento, y París, el 1,71 por ciento.
Al comienzo de mes continuaba el
agravamiento de la crisis de la deuda -el interés de los bonos españoles se
acercaba al 7 por ciento y la prima de riesgo tocaba los 550 puntos básicos-
pero la bolsa aguantaba sobre el nivel de 7.400 puntos.
A pesar de que se conocían datos
de la desaceleración de las mayores economías del mundo, como reflejaban la
caída de la actividad industrial y del sector servicios, la bolsa despegaba
entre el final de la primera semana y el fin de la tercera, coincidiendo con el
vencimiento de futuros.
El primer jueves de mes, tras el
consejo del BCE, su presidente Mario Draghi anunciaba la compra
"ilimitada" de deuda de los países europeos, siempre que lo
solicitaran, para defender a la moneda europea y abaratar la financiación de
estados con problemas.
A pesar de la oposición del
Bundesbank a esta iniciativa, la decisión anunciada por la Reserva Federal la
semana siguiente de aumentar el programa de compra de deuda con la adquisición
de títulos hipotecarios por valor de unos 30.000 millones de euros al mes,
desencadenó una corrección en el mercado de deuda.
Así, a mitad de mes, la prima de
riesgo bajaba de 400 puntos básicos y la rentabilidad de la deuda descendía
hasta el 5,6 por ciento, con lo que la bolsa superaba los 8.000 puntos. El
petróleo Brent avanzaba hasta 117 dólares por barril y el euro se cambiaba a
1,31 dólares, nivel de mayo pasado.
Al final de la tercera semana de
septiembre, después de que el Banco de Japón elevará en cerca de 100.000
millones de euros su programa de adquisición de activos y coincidiendo con el
vencimiento de futuros, la bolsa se situaba en niveles de marzo pasado al
rebasar el nivel de 8.200 puntos.
Los últimos días se
caracterizaron por la recogida de los beneficios acumulados a lo largo del mes
y por el empeoramiento de la situación en el mercado de deuda -el diferencial
subía a 450 puntos básicos y la rentabilidad al 6 por ciento-.
Mientras los inversores esperaban
a conocer los Presupuestos de 2013 y las necesidades de capital de la banca
española, el Brent bajaba a 112 dólares y el euro a 1,28 dólares.
En cuanto a la evolución mensual
de las empresas integrantes del índice IBEX 35, subieron veintisiete y bajaron
ocho.
Sacyr lideró las ganancias con un
avance del 22,96 por ciento, seguida por Bankinter, que se revalorizó el 17,55
por ciento, mientras que Acciona subió el 15,04 por ciento y Grifols, el 14,68
por ciento.
Ocho compañías, entre las que se
encuentran también Iberdrola, Bankia, Mapfre, Inditex y Gas Natural,
concluyeron septiembre con ganancias comprendidas entre el 10 y el 20 por
ciento.
La mayor caída correspondió a
Bolsas y Mercados Españoles, el 9,81 por ciento, en tanto que ArcelorMittal
retrocedió el 7,8 por ciento, Banco Popular, el 3,95 por ciento, e Indra, el
3,58 por ciento.
Todos los grandes valores
subieron: Iberdrola, el 11,33 por ciento; Inditex, que vuelve a ser la empresa
con mayor valor de la bolsa española después de anunciar que su beneficio
creció el 32 por ciento en el primer semestre, el 10,98 por ciento; BBVA, el
5,07 por ciento; Banco Santander, el 4,04 por ciento; Repsol, el 3,93 por
ciento, y Telefónica, el 1,67 por ciento.
Wall Street
cierra con un descenso del 0,36 % en el Dow Jones de Industriales
Wall Street cerró hoy en terreno
negativo y el Dow Jones de Industriales, su principal indicador, descendió el
0,36% tras conocerse datos macroeconómicos peores de lo previsto en EEUU, de
forma que acumula un descenso semanal del 1%.
Ese índice, que agrupa a 30 de
las mayores empresas cotizadas de EEUU, restó 48,84 puntos hasta las 13.437,13
unidades, el selectivo S&P 500 perdió el 0,45% (-6,48 puntos) hasta
1.440,67 unidades y el índice compuesto del mercado Nasdaq cedió el 0,65 %
(-20,37 puntos) hasta 3.116,23 unidades.
Los inversores neoyorquinos se
decantaron por las ventas en una jornada en la que se conoció que la actividad
industrial en la región de Chicago cayó por debajo de los 50 puntos por primera
vez desde 2009 y que la confianza de los consumidores de EEUU aumentó en
septiembre menos de lo esperado.
El retroceso de la sesión se vio
frenado por la publicación de los resultados de las pruebas de estrés a la
banca española, que mostraron que el sector tiene unas necesidades de capital
53.745 millones de euros, en línea con lo previsto.
Así, el Dow Jones acumula esta
semana un retroceso del 1,05 %, el S&P 500 del 1,33 % y el Nasdaq del 2 %.
En esta sesión, también la última
del mes y el tercer trimestre, tan solo cinco de los integrantes del Dow Jones
cerraron al alza, entre ellos la tecnológica Cisco (1,6 %) y la cadena Home Depot
(0,82 %).
En el lado contrario de la tabla
destacaron el grupo informático Intel (-1,86 %), la cadena de comida rápida
McDonald's (-1,63 %) y Bank of America (-1,56 %), esta última tras anunciar que
pagará 2.430 millones de dólares para cerrar una demanda de un grupo de
inversores relacionada con la compra en 2009 de Merrill Lynch.
Fuera de ese índice, en el
mercado Nasdaq, el gigante tecnológico bajó el Apple 2,09 % después de
disculparse por la frustración que genera su nueva aplicación de mapas y
sugerir a sus clientes que usen aplicaciones y servicios de la competencia
mientras la mejoran.
Mientras, la red social Facebook
se disparó el 6,59 % tras estrenar un nuevo servicio que permite a los usuarios
comprar y enviar regalos a sus 'amigos' en la popular red social.
También destacó el avance del
5,04 % del fabricante canadiense de BlackBerry, Research In Motion, un día
después de haber anunciado que sus pérdidas fueron menores a lo temido en el
último trimestre.
En otros mercados, el petróleo de
Texas subió a 92,19 dólares por barril, el oro descendió a 1.773,9 dólares la
onza, el dólar ganaba terreno ante el euro, que se cambiaba a 1,2846 dólares, y
la rentabilidad de la deuda pública estadounidense a diez años retrocedía al
1,63 %.
El Nikkei
baja 73,65 puntos, el 0,83 por ciento, hasta 8.796,51 enteros
El índice Nikkei de la Bolsa de
Tokio cerró hoy con un descenso de 73,65 puntos, el 0,83 por ciento, y quedó en
8.796,51 unidades.
El índice Topix, que agrupa a
todos los valores de la primera sección, bajó 5,07 puntos, un 0,69 por ciento,
hasta 732,35 enteros.
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