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lunes, 1 de octubre de 2012

Prensa 1 octubre


Sin presupuesto para actualizar pensiones


El Gobierno no desvela si impedirá que los pensionistas pierdan poder adquisitivo. Ni el presidente Mariano Rajoy ni sus ministros asumen el compromiso de revalorizar las pensiones según la inflación de noviembre, como marca la ley. Lo eluden incluso cuando la pregunta es directa. “Las normas siguen vigentes y estamos en el momento de la presentación de los presupuestos”, respondió el jueves el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro. Pero las cuentas públicas de 2013 dan alguna pista. El presupuesto de la Seguridad Social no contempla suficientes recursos para hacerse cargo el año que viene del gasto adicional que supondría tomar esa decisión, unos 2.500 millones.

Con la prima de riesgo otra vez al alza y el déficit disparado por las ayudas a la banca, la decisión toma especial importancia. Revalorizar las pensiones contributivas obligaría a más ajustes, algo que Montoro descartó el sábado, o consentir que los números rojos suban en otras dos décimas más este año (la última previsión es del 7,4% del PIB) y otras tantas el año que viene (4,5%). Ambas opciones pasarían por habilitar una partida presupuestaria extraordinaria o por recurrir otra vez al Fondo de Reseva. Claro que hacerlo, mientras Rajoy deshoja la margarita del rescate, contaría con el rechazo frontal de los mercados y de Bruselas.

Pero del otro lado hay 8,9 millones de pensionistas. A ellos se dirigía ayer el secretario general del PSOE. “Uno piensa que no lo dice [en referencia a Rajoy] porque no van a mantener el poder adquisitivo de las pensiones”, atacó Alfredo Pérez Rubalcaba. “Lo dirán el 27 o el 28, como ya hicieron al anunciar los recortes después de las elecciones andaluzas y asturianas”, continuó el líder socialista a pocos días de que comience la campaña electoral en Galicia, donde hay una población envejecida con especial sensibilidad sobre todo lo que atañe a las pensiones, y en el País Vasco.

También CC OO ve motivos electorales en la falta de definición de Rajoy: “El Gobierno elude asumir compromiso público alguno sobre esta cuestión, aparentemente para ganar tiempo por razones de estricta aritmética electoral”.

El Ejecutivo, por su parte, elude desvelar su decisión. Ayer quien lo hizo fue Antonio Beteta. El secretario de Estado de Administraciones Públicas habló de “subida de pensiones”, en referencia al incremento general del 1%, sin aclarar si eso supone mantener el poder adquisitivo.

Para 2013, el presupuesto recoge un gasto en pensiones contributivas de 106.350 millones, un 4,3% más que este año. El aumento se debe a tres variables: la subida de pensiones del 1% decidida por el Gobierno, el incremento de la pensión media (ahora en torno al 3%) y el crecimiento de pensionistas en una población envejecida (sobre el 1,3%). Solo el resultado de esta operación da un alza de gasto superior al presupuestado.

Pero a esta ecuación le falta una variable significativa: la actualización de las pensiones de acuerdo a la inflación de noviembre. Este componente puede añadir un repunte del gasto de al menos otros 2,5 puntos porcentuales. En resumen, si hay revisión, el incremento de la partida estará entre el 6,5% y el 7%.

En noviembre, el Gobierno tiene que revisar si la subida de pensiones de este año (1%) es suficiente para garantizar el poder adquisitivo de los jubilados, como dicta la Ley General de la Seguridad Social. Si se tomara como referencia el IPC de septiembre (3,5%), en enero los pensionistas españoles recibirían una paga extra de unos 290 euros por la revisión de lo sucedido en 2012. En conjunto, más de 2.500 millones. Y a partir de entonces su pensión mensual aumentaría una media de 20,8 euros. Otros 2.500 millones más que no tienen cabida en los presupuestos de 2013.

Tanto UGT como CC OO tienen en cuenta estos números y no han dejado pasar la oportunidad de llamar la atención sobre ellos. Ambos sindicatos han señalado que los presupuestos de 2013 son insuficientes para hacer frente a la revalorización de las pensiones. También lo ha hecho el coordinador general de Izquierda Unida, Cayo Lara.

Ni las cuentas públicas de 2013, ni las de otros años recogen una partida específica para la actualización de las pensiones. Hacerlo explícitamente supone asumir que las previsiones de inflación sobre las que se basó el presupuesto del ejercicio anterior eran fallidas. Sin embargo, nunca años anteriores, la diferencia entre lo gastado finalmente y lo prespuestado ha excedido los 1.000 millones, ni siquiera cuando hubo que hacer grandes desembolsos para compensar las desviaciones del IPC.

Que las cuentas del próximo año no contemplen recursos suficientes para hacer frente a este gasto extra, no quiere decir que no se vaya a pagar, ni tan siquiera que haya una decisión tomada. La Seguridad Social puede optar en noviembre por revalorizar las pensiones. Existen recursos para hacer frente a la paga compensatoria en el Fondo de Reserva, al fin y al cabo este desembolso llegaría en enero de 2013. Hay otra vía: realizar una ampliación del crédito presupuestatio y hacer frente al incremento con recursos procedentes de Hacienda.

No obstante, ambas opciones se traducen en un aumento del déficit público si no hay recortes adicionales por 5.000 millones este año y el que viene, algo que descartó explícitamente el pasado sábado el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, en la presentación de los presupuestos. “No habrá más ajustes”, zanjó.



¿Son sostenibles las pensiones?


Sin empleo, no hay Estado de Bienestar que valga. Mantener cualquier servicio público, dinerario o no, exige disponer de forma regular de recursos fiscales que los financien; pero para asegurar el pago de las pensiones públicas, que no conoce otra fórmula que el desembolso cada mes de dinero contante y sonante, es preciso mantener un flujo ordinario perfectamente engrasado de ingresos, puesto que en un sistema de pensiones de reparto las generaciones de activos costean a las que ya han pasado a la vida pasiva. Y dado que la afiliación a la Seguridad Social en España es obligatoria para todas las personas que perciban rentas, sean por cuenta propia o ajena, el nivel de empleo es el pilar capital que sujeta la protección a la vejez. Y ahora, tras cinco años de crisis, ese pilar ha sufrido tales embestidas, que las finanzas de la Seguridad Social amenazan con tambalearse.

Cada mes la Tesorería general de la Seguridad Social hace pública la ratio de dependencia del sistema de pensiones. Una simple cifra con un par de decimales que mide de forma gráfica y aparente la salud de la Seguridad Social. En agosto esa ratio decía que el sistema contabilizaba muy poco más de dos cotizantes por cada pensionista (2,05), una de las relaciones más modesta, más baja, más peligrosa, de las que recuerda el sistema de retiro. 16,68 millones de cotizantes ocupados para costear las prestaciones de 8,12 millones de pensionistas. Es la ratio de sostenibilidad más preocupante de los doce años contabilizados de este siglo, si bien ya en los noventa se situó por debajo del umbral del dos como consecuencia de la evolución negativa de dos variables tales como la evolución del empleo y de echar sobre las espaldas de la Seguridad Social la resolución de la crisis con prejubilaciones masivas en las compañías.

Ahora una ratio tan modesta es más preocupante que entonces porque ha cambiado radicalmente la proporción de las cuantías tanto de las cotizaciones como de las prestaciones, sobre todo las de jubilación. Las sucesivas reformas del sistema en las últimas décadas endurecían la cotización hasta el punto de reforzar las finanzas de la Seguridad Social en el medio plazo; pero el efecto de segunda ronda de tales reformas, recogido ahora, es que elevaban notablemente las cuantías de las prestaciones.
Dicho de otra forma: mientras que las aportaciones de los trabajadores activos crecen al ritmo de la inflación, e incluso menor por la incorporación en los últimos años de salarios low cost, las de las pensiones de los pasivos nuevos avanzan a ritmos muy superiores por la llegada al retiro de carreras de cotización más largas y más consistentes.

Unos simples números son suficientes para ilustrar este fenómeno, al margen del natural avance del número de pensionistas y la natural caída del número de cotizantes ocasionado por la larga crisis económica, que analizaremos más adelante. Desde el año 2007 la cuantía media de las pensiones de la Seguridad Social ha avanzado un 19%, mientras que las bases de cotización lo han hecho a ritmo mucho más modesto. En concreto, las bases máximas han avanzado un 8,8% en el mismo periodo, tal como las han movilizado los gobiernos, aunque sigue siendo un enigma conocer cuánto crece realmente la base media de cotización, que es la que realmente moviliza los ingresos. En condiciones normales lo hace en proporción igual al avance de los salarios medios, que han crecido en convenio, pero se han reduicido con la incorporación al mercado de trabajo de contingentes de trabajadores con salarios más modestos en los últimos años, sobre todo desde que la crisis comienza a presionar a la baja el coste laboral.

En definitiva, hay un doble efecto sustitución en los cotizantes y en los pensionistas que estrecha cada vez más el margen de los gestores de las pensiones: los cotizantes nuevos lo hacen por aportaciones decrecientes, y los pensionistas nuevos toman prestaciones muy superiores a las de quienes fallecen; en concreto, las pensiones medias de los que fallecieron en julio pasado eran de 806 euros, y las de quienes cobraron su priomera pensión, de 1.026 euros al mes. Tanto como decir que el coste unitario de sustitución se eleva con cada defunción y cada jubilación en un 27,2%.
Este efecto no revela otra cosa que la maduración paulatina del sistema de protección a la vejez en España, que debe ser combatido con reformas continuas. Algunas de ellas ya planteadas, como el retraso de la jubilación, el endurecimiento de las aportaciones y un mayor nivel de exigencia para calcular con rigor la primera prestación de cada pensionista.

Pero la principal dificultad para solventar la crisis financiera de la Seguridad Social, ya apuntada por las cifras, es la parálisis del empleo, el descenso continuado del número de cotizantes, que son quienes proporcionan el combustible para sostener el estado de bienestar de forma fiable. Como en otros indicadores de riqueza, el volumen del colectivo de cotizantes ocupados de la Seguridad Social ha descendido a los vineles del año 2003, casi diez años, mientras que el numero de pensionistas no deja de crecer, aunque lo haga a tasas modestas, ligeramente por encima del 1% en los últiumnos años. Hoy cotizan a la Seguridad Social por sus medios (no porque lo haga el Estado por ellos, como en el caso de los desempleados) 16,89 millones de personas, frente a los 19,28 millones que lo hacían en los meses previos a la crisis, en lo que supone un máximo histórico, y tras cinco años continuos de pérdida de pulso.

Los pensionistas no han dejado de avanzar en número, y ya hay 8,12 millones, cuando en 2003, al que han vuelto los ocupados, eran un millón menos. Un avance de un 17% con paso lento, pero firme. Firme, pero no tan elevado como en los noventa, cuando la crisis empujó a miles de empresas a acelerar la jubilación de sus plantillas para recomponerse, y que convirtió a la Seguridad Social, tal como reconocían entonces sus gestores, en el instrumento más dinámico en la resolución de la crisis del empleo.

Con este súbito empeoramiento del escenario financiero, que arrojó déficit en 2011 y lo repetirá incrementado en 2012, el Gobierno ha acelerado varios cambios normativos para aliviar la situación actual y hacer frente a las contingencias de los próximos trimestres. Pero si quiere evitar realmente el desequilibrio continuado del sistema y la pérdida de confianza de los asegurados, debe acelerar las reformas comprometidas en 2011, y quizás debe poner en marcha otras adicionales, porque el escenario demográfico futuro no es el más amable, según todos los analistas.
  
Ya ha anunciado el Gobierno la elaboración y activación del Factor de Sostenibilidad del sistema, dentro de la comisión parlamentaria del Pacto de Toledo, lo que supone que se tomarán medidas de medio plazo si la evolución de las variables demográfica, de crecimiento, de los precios o del empleo así lo aconsejan.

Además, el Gobierno de Zapatero aprobó una reforma del sistema de pensiones que eleva la edad de jubilación a los 67 años desde los 65 legales actuales. (La edad real es inferior inclusdo a los 63 años, puesto que cuatro de cada diez jubilados acceden a tal condición antes de los 65 años). Pero la aceptación de un largísimo periodo transitorio que se inicia en 2013 culmina con la jubilacióna los 67 años en 2027, nada menos que dentro de quince años, un umbral en el que como decía Keynes, "todos muertos", y quizás también la Seguridad Social si no se hace algo más para remediarlo. Los expertos reclaman ya hace meses que tal periodo transitorio sea acelerado y acortado, así como los establecidos para llevar desde los 15 años actuales a los 25 los contabilizados a cada cotizante para calcular la cuantía de su prestación inicial. El Gobierno de Rajoy ha anunciado ya también cambios para atajar el abuso en la jubilación anticipada y parcial.

Además de estos cambios, podrían endurecerse la relación de las cotizaciones con las prestaciones, cambiando la tabla de aseguramiento, haciendola más contributiva. De esa forma, la relación entre aportaciones y prestaciones sería más proporcional y se incentivaría la aportación. Esta medida debereía ir acompañada de mecanismos de revisión de las pensiones mínimas garantizadas, que en los últimos años han crecido muy por encima de las medidas y las máximas, desincentivando las aportaciones de las rentas más bajas y encareciendo las aportaciones del Estado por los complementos a mínimos (la garantía mínima siempre que se hayan cotizado quince años).



La bolsa española sube el 3,88 % en septiembre por medidas bancos centrales


El compromiso del Banco Central Europeo (BCE) de comprar sin límite deuda de los países europeos y las inyecciones de dinero de otros bancos centrales animaron a la bolsa en septiembre, que termina con una subida del 3,88 por ciento, el segundo mejor resultado entre las principales plazas mundiales.

La revalorización del mercado nacional sólo fue superada por Hong Kong, que ganó el 6,97 por ciento, en previsión de que las autoridades chinas adopten más medidas de estímulo económico.

Fráncfort ganó el 3,52 por ciento; Wall Street avanzaba alrededor del 2,75 por ciento y el tecnológico Nasdaq cerca del 2 por ciento, mientras que el índice Euro Stoxx 50 subió el 0,56 por ciento, y Londres, el 0,54 por ciento. Bajaron Milán, el 0,03 por ciento, y París, el 1,71 por ciento.

Al comienzo de mes continuaba el agravamiento de la crisis de la deuda -el interés de los bonos españoles se acercaba al 7 por ciento y la prima de riesgo tocaba los 550 puntos básicos- pero la bolsa aguantaba sobre el nivel de 7.400 puntos.

A pesar de que se conocían datos de la desaceleración de las mayores economías del mundo, como reflejaban la caída de la actividad industrial y del sector servicios, la bolsa despegaba entre el final de la primera semana y el fin de la tercera, coincidiendo con el vencimiento de futuros.

El primer jueves de mes, tras el consejo del BCE, su presidente Mario Draghi anunciaba la compra "ilimitada" de deuda de los países europeos, siempre que lo solicitaran, para defender a la moneda europea y abaratar la financiación de estados con problemas.

A pesar de la oposición del Bundesbank a esta iniciativa, la decisión anunciada por la Reserva Federal la semana siguiente de aumentar el programa de compra de deuda con la adquisición de títulos hipotecarios por valor de unos 30.000 millones de euros al mes, desencadenó una corrección en el mercado de deuda.

Así, a mitad de mes, la prima de riesgo bajaba de 400 puntos básicos y la rentabilidad de la deuda descendía hasta el 5,6 por ciento, con lo que la bolsa superaba los 8.000 puntos. El petróleo Brent avanzaba hasta 117 dólares por barril y el euro se cambiaba a 1,31 dólares, nivel de mayo pasado.

Al final de la tercera semana de septiembre, después de que el Banco de Japón elevará en cerca de 100.000 millones de euros su programa de adquisición de activos y coincidiendo con el vencimiento de futuros, la bolsa se situaba en niveles de marzo pasado al rebasar el nivel de 8.200 puntos.

Los últimos días se caracterizaron por la recogida de los beneficios acumulados a lo largo del mes y por el empeoramiento de la situación en el mercado de deuda -el diferencial subía a 450 puntos básicos y la rentabilidad al 6 por ciento-.

Mientras los inversores esperaban a conocer los Presupuestos de 2013 y las necesidades de capital de la banca española, el Brent bajaba a 112 dólares y el euro a 1,28 dólares.

En cuanto a la evolución mensual de las empresas integrantes del índice IBEX 35, subieron veintisiete y bajaron ocho.

Sacyr lideró las ganancias con un avance del 22,96 por ciento, seguida por Bankinter, que se revalorizó el 17,55 por ciento, mientras que Acciona subió el 15,04 por ciento y Grifols, el 14,68 por ciento.

Ocho compañías, entre las que se encuentran también Iberdrola, Bankia, Mapfre, Inditex y Gas Natural, concluyeron septiembre con ganancias comprendidas entre el 10 y el 20 por ciento.

La mayor caída correspondió a Bolsas y Mercados Españoles, el 9,81 por ciento, en tanto que ArcelorMittal retrocedió el 7,8 por ciento, Banco Popular, el 3,95 por ciento, e Indra, el 3,58 por ciento.

Todos los grandes valores subieron: Iberdrola, el 11,33 por ciento; Inditex, que vuelve a ser la empresa con mayor valor de la bolsa española después de anunciar que su beneficio creció el 32 por ciento en el primer semestre, el 10,98 por ciento; BBVA, el 5,07 por ciento; Banco Santander, el 4,04 por ciento; Repsol, el 3,93 por ciento, y Telefónica, el 1,67 por ciento.



Wall Street cierra con un descenso del 0,36 % en el Dow Jones de Industriales


Wall Street cerró hoy en terreno negativo y el Dow Jones de Industriales, su principal indicador, descendió el 0,36% tras conocerse datos macroeconómicos peores de lo previsto en EEUU, de forma que acumula un descenso semanal del 1%.

Ese índice, que agrupa a 30 de las mayores empresas cotizadas de EEUU, restó 48,84 puntos hasta las 13.437,13 unidades, el selectivo S&P 500 perdió el 0,45% (-6,48 puntos) hasta 1.440,67 unidades y el índice compuesto del mercado Nasdaq cedió el 0,65 % (-20,37 puntos) hasta 3.116,23 unidades.

Los inversores neoyorquinos se decantaron por las ventas en una jornada en la que se conoció que la actividad industrial en la región de Chicago cayó por debajo de los 50 puntos por primera vez desde 2009 y que la confianza de los consumidores de EEUU aumentó en septiembre menos de lo esperado.

El retroceso de la sesión se vio frenado por la publicación de los resultados de las pruebas de estrés a la banca española, que mostraron que el sector tiene unas necesidades de capital 53.745 millones de euros, en línea con lo previsto.

Así, el Dow Jones acumula esta semana un retroceso del 1,05 %, el S&P 500 del 1,33 % y el Nasdaq del 2 %.

En esta sesión, también la última del mes y el tercer trimestre, tan solo cinco de los integrantes del Dow Jones cerraron al alza, entre ellos la tecnológica Cisco (1,6 %) y la cadena Home Depot (0,82 %).

En el lado contrario de la tabla destacaron el grupo informático Intel (-1,86 %), la cadena de comida rápida McDonald's (-1,63 %) y Bank of America (-1,56 %), esta última tras anunciar que pagará 2.430 millones de dólares para cerrar una demanda de un grupo de inversores relacionada con la compra en 2009 de Merrill Lynch.

Fuera de ese índice, en el mercado Nasdaq, el gigante tecnológico bajó el Apple 2,09 % después de disculparse por la frustración que genera su nueva aplicación de mapas y sugerir a sus clientes que usen aplicaciones y servicios de la competencia mientras la mejoran.

Mientras, la red social Facebook se disparó el 6,59 % tras estrenar un nuevo servicio que permite a los usuarios comprar y enviar regalos a sus 'amigos' en la popular red social.

También destacó el avance del 5,04 % del fabricante canadiense de BlackBerry, Research In Motion, un día después de haber anunciado que sus pérdidas fueron menores a lo temido en el último trimestre.

En otros mercados, el petróleo de Texas subió a 92,19 dólares por barril, el oro descendió a 1.773,9 dólares la onza, el dólar ganaba terreno ante el euro, que se cambiaba a 1,2846 dólares, y la rentabilidad de la deuda pública estadounidense a diez años retrocedía al 1,63 %.



El Nikkei baja 73,65 puntos, el 0,83 por ciento, hasta 8.796,51 enteros


El índice Nikkei de la Bolsa de Tokio cerró hoy con un descenso de 73,65 puntos, el 0,83 por ciento, y quedó en 8.796,51 unidades.

El índice Topix, que agrupa a todos los valores de la primera sección, bajó 5,07 puntos, un 0,69 por ciento, hasta 732,35 enteros.

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